jueves, 17 de junio de 2010

Domingo XII del tiempo ordinario - Lc 9,18-24

¿Quién es Jesús? Es la pregunta que plantea el mismo Jesús a sus discípulos y es la pregunta que aún sigue siendo actual.

Para muchos Jesús es un personaje histórico de gran importancia social, incluso para algunos un revolucionario; para otros una celebridad religiosa con gran incidencia en su tiempo e incluso siglos después, que se puede poner al lado de otros como Buda, Confucio, Mahoma o incluso Gandhi o Luther King. Para nosotros, como creyentes, estas respuestas nos resultan insuficientes. Aunque eso no debe nunca significar desprecio a estas aproximaciones a la figura de Jesús de Nazaret; pueden ser un primer paso. Detrás de todas ellas –entonces y ahora– hay una cierta simpatía hacia su persona. Y eso es bueno.

Sabemos que Jesús es el «Mesías de Dios», aunque, es posible, que nosotros tampoco terminemos de entender y asumir lo que significa esto. El anuncio de su pasión, muerte y resurrección inmediatamente después de la afirmación de Pedro, indica que también los creyentes podemos confundir o tergiversar su vida y su mensaje.

Hemos de seguir preguntándonos personal y comunitariamente ¿quién es Jesús para mí, para nosotros?; ¿porqué en tantas ocasiones el mensaje de Jesús que transmitimos en nuestras vidas y en nuestras palabras es poco convincente?

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