martes, 28 de julio de 2009

Marta y María

Los textos más significativos que nos hablan de estas dos hermanas (hermanas también de Lázaro), discípulas de Jesús, son Lc 10,38-42 y Jn 11,19-27. Ambos textos responden a dos situaciones y a dos catequesis diferentes.

a) El primero nos presenta a Marta sirviendo a Jesús y a María escuchándole. Estas dos mujeres hospedan al Señor, quieren compartir con él la mesa, pero, sobre todo, desean escuchar sus palabras, su mensaje, la Buena Noticia del Reino de Dios.

El narrador presenta a María escuchando atentamente sus palabras, sentada a sus pies. Como una auténtica discípula, en situación de igualdad con los discípulos hombres, escucha, con gran interés, al Maestro Jesús. Marta, mientras, está sirviendo, desviviéndose por atender también a Jesús. Y protesta porque su hermana no la ayuda.

La respuesta de Jesús no es una crítica del servicio, función que estaba prácticamente reservada a las mujeres. De hecho, en otras ocasiones, pedirá a sus discípulos, hombres y mujeres, una actitud de servicio como distintivo de sus seguidores, sobre todo de los que tienen una función de liderazgo. Pero ahora quiere subrayar la primacía de la escucha de la Palabra de Dios, de la Palabra de Jesús. Es una actitud necesaria para todos sus seguidores, mujeres y hombres. Sin esa escucha atenta difícilmente se puede seguir el camino de Jesús.


b) En el segundo texto, del evangelio juánico, el tema es la resurrección. Jesús es la «resurrección y la vida» El Dios de Jesús es el Dios de la vida. Y esta vida se manifiesta en Jesús a través de sus gestos y de sus palabras. Jesús amaba a Marta, a María, a Lázaro...; nos ama a cada uno de nosotros personalmente. Es capaz de emocionarse y de llorar ante la desgracia humana: nos muestra el rostro humano del Dios de la vida. Y es capaz de transformar, como enviado del Padre, el mal en bien, el pecado en bondad, la muerte en vida.

Pero la acción gratuita de Dios, manifestada en Jesús, reclama una respuesta generosa humana. Marta, la hermana de Lázaro, responde desde la fe, desde la esperanza, desde el amor: se fía de Jesús. Pero estas actitudes las vive de una forma activa: sale al encuentro de Jesús, tiene un diálogo sincero y confiado con Él, lo comunica a su hermana. María, la otra hermana, cuando se entera que está Jesús y la llama, sale corriendo a su encuentro y se hecha a los pies del Maestro, compartiendo con Él su dolor y su confianza.

Jesús libera a Lázaro de las ataduras de la muerte; nos libera de toda esclavitud que nos oprime, nos atenaza y no nos deja vivir. En Él tenemos la esperanza de que el mal, el pecado, la muerte no tienen la última palabra.

Y estas dos mujeres nos dan una lección de auténtico discipulado.

4 comentarios:

  1. Gràcies, Javier, per aquesta presentació. Que, com Maria de Betània, siguem contemplatius (centrats a escoltar el Senyor) i alhora siguem com Marta, la germana atrafegada, sempre disposada a servir fins i tot en els marges.

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  2. Me asgrada la reflexión que expresas y me ayuda a meditar sobre la Gracia de Nuestro Señor Jesucristo. Es verdad que sólo con la escucha atenta, la cercania a Dios y la oración en silencia nos ayuda a percibir toda la Gloria de Dios. Jorge

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  3. Gracias javier por tus comentarios; el de Mª Magadalena también aporta y gusta. Aún añadiría en éste un par de cosas:
    - Creo que tenemos claro que Jesús nos enseña a "dar" --a perder la vida por él y su reino--, pero también (en este relato) a "recibir" de él, esto aún le agrada más a Dios (que no deja de regalarnos...).
    - Otra idea. Aquí de nuevo rompe moldes Jesús, en aquella sociedad de roles de hombre y mujer... Jesús deja claro que no alaba en Marta el ser una excelente ama de casa, sino que como siempre se empeña en que se enfoque la vida desde la escucha de la voluntad de Dios en la recepción de su amor... y eso suele conllevar un cierta violencia con respecto a lo establecido. Pasa otra vez como con lo de "dichoso el vientre que te llevó...". No es grande una mujer por ser madre (también las ovejas o las cabras, la verdad) o por ser mujer al estilo que una sociedad androcéntrica propugna, sino por ser persona que escucha la palabra de Dios, lo cual --secundariamente-- te puede llevar a ser madre, a ser ama de casa... o no. Y hablo de aquella sociedad, que ahora lo tenemos más claro, gracias a lo que el evangelio ha aportado a la cultura (hoy decimos: al igual que un hombre puede estar llamado a ser padre, amo de casa... o no). Ser es ser libre para Dios; Jesús hacía despertar de los estereotipos y de los submundos... "Talitá kum" dirá también Jesús a aquella pobre niña de 12 años (cuando pasaban de obedecer a su padre a obedecer al hombre mayor a quien le habían destinado).
    Enfín, lo de la vida activa y contemplativa me parece un enrevesamiento aprendido.¿No te parece a ti?
    M Carmen Montaner

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  4. El texto del evangelio de Lucas, en el que María escucha a Jesús y Marta le sirve, es verdad que va mucho más allá de la división entre vida contemplativa y vida activa, como tú M. Carmen comentas.
    El servicio es algo que no es exclusivo de las mujeres (enseñanza de Jesús), como aparece en muchos textos evangélicos. De hecho, el servicio será el distintivo de los seguidores de Jesús, también de los hombres. Mejor aún, los que tienen una misión de dirección han de ser auténticos servidores de todos.
    Pero, en este evangelio, lo que se quiere subrayar es que todos y todas están llamados a ser discípulos, algo que era exclusivo de los hombres en una sociedad patriarcal. Y el acceso de las mujeres a este rol fue una auténtica novedad. También las mujeres tienen acceso a las enseñanzas de Jesús, a la Palabra de Dios, a un papel "activo" en la comunidad (no sólo sirviendo, que debemos hacerlos todos y todas).
    En la "Buena Noticia" de Jesús no cabe ningún tipo de discriminación. María lo entendió perfectamente y Jesús se lo subraya a Marta, y a todos los que lo escuchan.

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