lunes, 10 de julio de 2017

Domingo XV del tiempo ordinario, ciclo A - Mt 13,1-23

El evangelio de este domingo nos habla, a través de una parábola de Jesús, de la acogida de la Palabra de Dios, de cómo dicha palabra fructifica según la actitud personal y la recepción de ella en lo más íntimo de la persona.

Las actitudes ante el anuncio del mensaje de Jesús son diversas y no tan diferentes de las actuales. Los que escuchan la Palabra y no entienden ni quieren entender, tienen otras preocupaciones, tienen el corazón puesto en otras cosas: “es interesante el mensaje de Jesús, pero yo no tengo tiempo ahora para dedicarme a esas cosas, no quiero complicarme la vida”. También está el que la recibe con alegría, pero «no tiene raíces», no tienen consistencia sus decisiones, le falta criterio, ante cualquier dificultad abandona, le falta amor. Junto a estas dos hay una tercera postura negativa, la de aquel que pone delante del amor a Dios y a los demás su situación o anhelo de riquezas, de poder; actitud que asfixia, ahoga la buena noticia de Jesús.

Pero otro mundo es posible; la «tierra buena» existe. La Palabra de Dios puede fructificar y fructifica, incluso en algunos casos el ciento por uno, aunque humanamente pueda parecer imposible.

Hemos de “empaparnos” de la Palabra de Dios, para que dé fruto, para que nuestra vida y la de nuestro entorno cambien, según el plan amoroso de Dios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario