En
el evangelio de este domingo, Jesús repite en cuatro ocasiones: «no tengáis
miedo». ¿A qué se debe tanta insistencia en el tema del miedo? Antes, en la
primera lectura, el profeta Jeremías declaraba porqué él no temía a los que
acechaban contra su vida: «el Señor está conmigo». Jesús también nos recordará
que Dios Padre –un Padre todo amor– está de nuestra parte.
No
siempre es fácil el testimonio cristiano, sobre todo para algunos hermanos y
hermanas nuestros en países donde no hay libertad religiosa. Pero nosotros
también, en alguna ocasión, tenemos ciertas dificultades: «no está de moda el
ser cristiano». Es en esos momentos cuando hemos de tener en cuenta el mensaje
de este texto evangélico: «no tengáis miedo».
No
podemos disimular o reducir el mensaje de Jesús, la «Buena noticia» del Reino
por temor. Hemos de «pregonadlo desde la azotea» si es necesario. Nuestra vida
debe responder a la llamada de la Palabra de Dios. Toda nuestra existencia debe
traslucir este mensaje de vida y hemos de estar dispuestos a hacer un anuncio
explícito del mismo, cuando la situación lo requiera. Jesús, en mi vida, es lo
definitivo, lo que da sentido a todo.
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