Celebramos que «el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a
la derecha de Dios». Eso es lo que nos narra el evangelio de hoy. Pero el texto
no sólo habla de Jesús, sino también de sus discípulos, de los de entonces y de
los de ahora.
Comenta el evangelista que estos seguidores son hombres y
mujeres de fe, bautizados, vencedores del mal, capaces de hacerse entender por
todos cuando proclaman la buena noticia de Jesús, preocupados y ocupados en las
necesidades del prójimo. Ésta podría ser una lectura actualizadora de las
palabras de Jesús, recogidas por el narrador bíblico.
El bautismo y la fe son nuestra seña de identidad, el
fundamento de nuestra dignidad de cristianos y cristianas; por encima de otros
cargos o ministerios sociales o eclesiásticos. El concilio Vaticano II nos
recordó esta realidad, con frecuencia olvidada.
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