martes, 5 de mayo de 2015

Domingo VI de Pascua - Jn 15,9-17

Cúpula del santo sepulcro, Jerusalén
Si hiciésemos la estadística de las diferentes palabras que encontramos en el evangelio de este domingo veríamos con asombro que la expresión «amor», como verbo o como sustantivo, está repetida ocho veces; «amigos» tres; y «alegría» aparece en dos ocasiones. Nos quedamos, en principio, con estas tres palabras.

Con frecuencia hemos entendido la religión como una lista de obligaciones y de prohibiciones. Y esto nos ha llevado, con relativa facilidad, a entender nuestra relación con Dios como algo costoso, difícil, fatigoso. En el texto de hoy también aparece alguna expresión que nos puede recordar esta imagen: «mandamiento», que se repite tres veces, cuatro si incluimos el verbo «mandar». Pero también el mandamiento del que habla Jesús está relacionado con el amor.

La «buena noticia» de Jesús está llena de amor, de amistad y de alegría. No podemos perderlo nunca de vista. Su mensaje «religioso» invita a vivir nuestra relación con Dios y con los demás desde una perspectiva festiva, de amistad y de amor entrañable. A sus seguidores/as se nos tiene que notar que vivimos así. La gente que nos rodea lo tiene que percibir, lo ha de comentar, lo ha de envidiar. El mensaje de Jesús no es algo pesimista o alienante; no tiene nada que ver con la negación de la libertad; es alegría desbordante, visión optimista de la vida y de los acontecimientos, un canto a la esperanza…

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