jueves, 25 de diciembre de 2014

La Sagrada Familia - Lc 2,22-40

Cada año, dentro de las celebraciones navideñas, hay un «hueco» para recordar que Jesucristo, el Hijo de Dios, no sólo se hizo un ser humano como nosotros y nosotras, sino que lo hizo en el seno de una familia. Todas las lecturas de este domingo nos «hablarán» de la familia. La «familia de Nazaret» será la familia de Jesús durante un período largo de su vida: Él, María y José.

El evangelio de Lucas nos narra cómo la familia de Jesús es una familia fiel a las tradiciones religiosas de su pueblo. En la visita de los tres al Templo de Jerusalén, siendo Jesús aún un bebé, se encuentran con dos personajes peculiares: Simeón y Ana. Ambos son ancianos, pero fieles al Señor. Y los dos saben «ver» en este niño pequeño la respuesta a las esperanzas del «pueblo de Dios». Sólo las mujeres y los hombres de Dios saben «leer» la voluntad divina en los acontecimientos más sencillos aparentemente.

La liturgia de hoy nos invita a ver en las realidades cotidianas, seguramente también en las de nuestra propia familia, la acción de Dios. No hemos de buscar cosas extraordinarias –que rara vez ocurren–, sino el proyecto de Dios que se hace presente en la cotidianidad. Es ahí donde hemos de comenzar a construir el Reino de Dios.

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