lunes, 1 de diciembre de 2014

Domingo II de Adviento, ciclo B - Mc 1,1-8

Prólogo del evangelio de Marcos (texto griego)
El domingo pasado el evangelio nos invitaba a la vigilancia; hoy a la conversión, al cambio de vida.

Pero, ¿vale la pena cambiar de vida? ¡Qué pereza! Y, ¿para qué? La introducción-título del evangelio de Marcos, que hoy leemos-escuchamos, nos da la pista: «Comienzo de la buena noticia de Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios». El mensaje de Jesús es «buena noticia». A todos/as nos gustan las buenas noticias. Estamos saturados de malas noticias, de situaciones dramáticas que nos sobrepasan. El narrador del evangelio continúa comentando que Jesús es «el Mesías, el Hijo de Dios». Este lenguaje a nosotras/os, mujeres y hombres del siglo XXI, nos resulta un tanto extraño. El término «Mesías» para los contemporáneos de Jesús indicaba respuesta a las esperanzas más profundas, a sus expectativas en tantas ocasiones frustradas: era «buena noticia». Por otro lado, «Hijo de Dios» anuncia que en la buena nueva Dios toma parte; no es algo de un iluminado cualquiera, de unos «fuegos artificiales», de los que después de un cierto «aparato» no queda nada.

La «buena noticia» de Jesús –nos recuerda la liturgia– sigue siendo algo actual. ¡Vale la pena cambiar de vida! Nuestros anhelos y esperanzas no son una quimera. Jesús viene. En Jesús la mujer y el hombre, todas y todos, encuentran respuesta a sus interrogantes más íntimos. Es posible ser feliz, es posible un mundo donde reine la justicia y la paz auténticas, es posible cambiar las cosas.

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