Quizás nos hemos acostumbrado a un cristianismo «descafeinado», «light» y todo lo que nos suena a renuncia, a cruz nos provoca desasosiego. Pero el mensaje de Jesús es exigente. El ser discípulo de Jesús implica una manera de pensar, de ser y de vivir.
Cualquier opción en nuestra vida, incluso el no tomar ninguna decisión, implica una renuncia a algo, a todo lo que es distinto u opuesto a mi elección. El no elegir también significa renunciar a lo que puedo optar.
La «Buena noticia» de Jesús implica una opción fundamental, una elección en la que implico toda mi existencia, por eso es fundamental. Jesús, en el evangelio de hoy, nos está recordando que elegirlo a Él significa que todo en nuestra vida esta condicionado a esa elección: mi familia, mis amistades, mis proyectos, mi vida… Y eso es lo mejor posible para mi familia, mis amistades, mis proyectos y mi vida. Lo que pasa es que no acabamos de creernoslo.
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