lunes, 4 de junio de 2018

Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús - Jn 19,31-37

Quizás a algunos esta fiesta del «Sagrado Corazón de Jesús», les suena a algo del pasado, incluso a un romanticismo ñoño. ¿Podemos, en pleno siglo XXI, seguir celebrando una fiesta que tiene como centro el corazón, aunque sea el de Jesús?

Si escuchamos con atención las lecturas de hoy, comprobaremos que la posible apreciación que he mencionado es desacertada. En la Biblia cuando se habla del corazón (léb, en hebreo) se refiere al «lugar» de las funciones intelectuales, de las decisiones, donde reside el entender y el querer, incluyendo también la sensibilidad y la emotividad. Es un concepto mucho más rico que en nuestra cultura occidental.

Es en este contexto en el que podemos entender la fiesta de hoy. Jesús decidió libre y amorosamente entregarse por nosotros. Y lo hizo hasta derramar la última gota de su sangre (evangelio). Es la persona entera de Jesús quien lo realizó, no sólo su corazón; pero, siguiendo con la antropología bíblica, es en su corazón donde lo pensó, lo decidió y lo convirtió en un acto de entrega y de amor. Esa misma actitud es la que san Pablo (segunda lectura) pide para la comunidad de los creyentes, cuando habla del «amor cristiano».

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