¿Quién es Jesús? Es la pregunta que plantea el mismo Jesús a
sus discípulos y es la pregunta que aún sigue siendo actual.
Para muchos Jesús es un personaje histórico de gran
importancia social, incluso para algunos un revolucionario; para otros una
celebridad religiosa con gran incidencia en su tiempo e incluso siglos después,
que se puede poner al lado de otros como Buda, Confucio, Mahoma o incluso
Gandhi o Luther King. Para nosotros, como creyentes, estas respuestas nos
resultan insuficientes. Aunque eso no debe nunca significar desprecio a estas
aproximaciones a la figura de Jesús de Nazaret; pueden ser un primer paso.
Detrás de todas ellas –entonces y ahora– hay una cierta simpatía hacia su
persona. Y eso es bueno.
Sabemos que Jesús es el «Mesías de Dios», aunque, es
posible, que nosotros tampoco terminemos de entender y asumir lo que significa
esto. El anuncio de su pasión, muerte y resurrección inmediatamente después de
la afirmación de Pedro, indica que también los creyentes podemos confundir o
tergiversar su vida y su mensaje.
Hemos de seguir preguntándonos personal y comunitariamente
¿quién es Jesús para mí, para nosotros?; ¿porqué en tantas ocasiones el mensaje
de Jesús que transmitimos en nuestras vidas y en nuestras palabras es poco
convincente?
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