martes, 4 de marzo de 2014

Domingo I de Cuaresma - Mt 4,1-11

Desierto de Judá
En el evangelio de este domingo Jesús aparece sometido al acoso del tentador. Las tres tentaciones narradas por el evangelista corresponden a situaciones similares vividas por el pueblo de Dios, por Israel. En todas ellas el pueblo escogido sucumbió a la tentación; no así Jesús. La Palabra de Dios es el fundamento donde se apoya para no ceder a las instigaciones. Nos recuerda que Dios no debe ser nunca utilizado para provecho propio, buscando la solución fácil, sin esfuerzo personal, o lo espectacular frente a lo sencillo y cotidiano, o poniendo otras cosas (fama, reconocimiento, dinero, poder, etc.) en el lugar de Dios.

En la lectura asidua de la Palabra de Dios descubrimos una escuela para la vida, unas historias para vivir. Hallamos un Dios grande y poderoso, aunque la expresión que mejor le define es Amor: es grande y poderoso amándonos. En dicha Palabra reconocemos el plan de Dios para la Humanidad, en el que cada ser humano se revela como tal en su dignidad y libertad, pero también en su responsabilidad; sin caer en tentaciones que anulen o mengüen el designio amoroso divino. La tentación nos muestra una realidad atractiva pero engañosa. Sólo el plan de Dios hace al ser humano feliz, sólo éste responde a las expectativas más profundas de la persona.

No hay comentarios:

Publicar un comentario