martes, 11 de junio de 2013

Domingo XI del tiempo ordinario - Lc 7,36-8,3


La protagonista principal del evangelio de hoy es, junto con Jesús, una mujer: Una mujer de la ciudad, una pecadora. El evangelista no nos facilita el nombre de esta mujer anónima, señalada negativamente por alguno que se creía justo y con derecho a juzgar a los demás.

Esta mujer trata a Jesús con un amor exquisito; se siente pequeña y necesitada ante la grandeza del Maestro. Se considera indigna y, por eso, baña con sus lágrimas los pies de Jesús, los cubre de besos y los unge con perfume. El narrador invita a quien lee – escucha este evangelio a identificarse con esta mujer: el arrepentimiento, el amor y el perdón son realidades que caminan juntas. Sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor. Estas palabras de Jesús nos llenan de confianza y nos muestran el único camino de salvación, de perdón: el amor. No todos están dispuestos a entender esta forma profética de actuar de Jesús, no conciben que el amor es la palabra definitiva.

Aparecen junto a Jesús en este caminar del Evangelio del Reino del amor el grupo de los Doce, pero también un conjunto importante de mujeres: María Magdalena, Juana, Susana y otra muchas. El evangelista ve en estas mujeres el prototipo del discipulado.

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