Bar Mitvá en el muro occidental del antiguo Templo de Jerusalén |
Lo primero que nos insinúa el texto es cómo debemos vivir
nuestra religiosidad en el ámbito de la familia, lo importante que es cuidar
–siempre que sea posible– los momentos religiosos importantes, con sencillez. Y
el papel primordial que tiene la familia en la educación de los hijos, en crear
un ambiente religioso. Por otro, complementario del anterior, la exquisitez en
considerar la Palabra de Dios central en la vida personal y familiar: Jesús la
lee y comenta en el Templo, María la conserva en su corazón, José –con toda
probabilidad– la recita diariamente en familia.
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