María
proclama con su vida y con sus palabras las grandezas de Dios; un Dios que es
grande porque está al lado de su pueblo, al lado de los pobres y necesitados,
porque es el siempre fiel.
Y
esta actitud de servicio, de disponibilidad, de ayuda la sigue ejerciendo desde
el cielo, al lado de Dios Padre. Sigue atenta a nuestras necesidades,
preocupada y ocupada en ayudar a los que más lo necesitan. Esto es
esencialmente lo que celebramos en la fiesta de la Asunción.
Al
estilo de vida de María estamos invitados toda la cristiandad. Cuando tres
cuartas partes de la humanidad están viviendo de una forma precaria, sin lo
mínimo necesario; cuando a nuestro alrededor hay tantas personas necesitadas, a
causa de la inmigración, del desarraigo social, de marginación, de la crisis
económica; cuando hay tantas personas que necesitan una palabra de consuelo, de
amor...; y no reacciono, es que no he entendido la Buena Nueva de Jesús, como la
vivió y la sigue viviendo María.
Bonita y fortaleciente la reflexión, qué suerte tenemos de éstas reflexiones que alimenta nuestra fe cristiana y amor a Maria.
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