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Nazaret |
Las reacciones de
las gentes de Nazaret ante la intervención de Jesús en la sinagoga son
curiosas. Comentan y se extrañan de su sabiduría y de su poder; parece que hay
una primera reacción entre admiración y desconcierto pero acaba transformándose
en escándalo. No son capaces de admitir que una persona normal, del pueblo, sin
prestigio social, cuya familia es conocida por todos y ésta no tiene nada de
extraordinario, sea capaz de enseñarles nada, de hablar y actuar en nombre de
Dios. Les ganan los prejuicios. Jesús se admira de su falta de fe.
Los conciudadanos de
Jesús no acceden al don de Dios, a la Buena Noticia del Reino porque sus suspicacias
se lo impiden. Corremos el peligro de que a nosotros comunidad de creyentes en
Jesús nos pase algo similar, que nuestros juicios previos (pre-juicios) no nos
permitan descubrir los signos de los tiempos, la acción de Dios en nuestra
historia concreta, los signos proféticos que se nos ofrecen en las más variadas
realidades cotidianas… y continuemos en nuestras cosas y en nuestra
mediocridad.
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