El evangelio de este
domingo va de mujeres. Junto a Jesús, se convierten en las protagonistas
principales de la narración. Dos mujeres: una, con una dolencia mortal, que
está atravesando el umbral de niña a mujer (en la cultura judía esto ocurría a
los doce años, con las primeras reglas) y otra que está sufriendo, desde hace
doce años (no es casual la repetición del número doce), una grave enfermedad
que la estigmatiza y aparta de la vida social y religiosa. Ambas son relegadas
de las actividades principales por el hecho de ser mujeres; y, en ambos casos,
su situación se ve agravada por su enfermedad: están «muertas» socialmente.
Jesús no participa
de los prejuicios sociales de su época; en ambos casos las acoge, las sana, las
recupera socialmente. Para el Maestro también las mujeres están llamadas a
participar de la Buena Noticia del Reino, que no sabe de discriminaciones. El
discipulado de Jesús nos hemos de hacer eco de los gestos de Jesús y no
permitir ningún tipo de discriminación por ninguna causa.
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