Hoy celebramos que
Jesús nos lo ha enviado: no ha querido dejarnos huérfanos. Es el Espíritu Santo
el que se revela en la comunidad eclesial y en cada uno de sus miembros: «En
cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común» (segunda lectura). Esa es la razón profunda de la misión del Espíritu
Santo: el bien de todos, el bien común.
Somos la comunidad
del Espíritu. Es el Espíritu Santo el que debe guiar, el que sustenta, el que
inspira toda la acción eclesial; o así debería ser: deberíamos dejarlo; ser
conscientes. Por encima de nuestros planes, nuestra organización, nuestros
métodos…
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