El evangelio nos recordará la irrenunciable necesidad de
estar unidos a Jesús, la verdadera vid. Sin Él no podemos nada; nuestra vida
sería infructuosa, vacía, sin sentido, sin valor… Dios-Padre, junto al Hijo,
quiere que demos fruto abundante. Nuestra existencia, nuestra hacer, personal y
comunitario, deben ser una respuesta al plan de Dios para la Humanidad, al
proyecto de un mundo más humano, más justo, más fraternal. Lo conseguiremos,
nos dirá: «si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros»
martes, 1 de mayo de 2012
Domingo V de Pascua - Jn 15,1-8
El domingo pasado Jesús se presentaba como el buen pastor,
hoy como la verdadera vid. Las imágenes son importantes pero los adjetivos, que
las acompañan, también. Jesús no es como cualquier pastor: es el buen pastor.
Jesús no sólo es la vid en las que estamos insertos: es la verdadera vid.
Bondad y verdad, dos calificativos que acompañan la vida de Jesús, y dos
cualidades que deben definir a todos los que nos llamamos discípulos suyos.
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