Ahora si que no tenemos excusa. La construcción del Reino de Dios inaugurada por Jesús tenemos la responsabilidad de continuarla, junto con Él. Un Reino en el que todos y todas tienen cabida, son respetados, se sienten y son amados… El discipulado de Jesús es llamado a hacer esta tarea, junto con todos los hombres y mujeres de buena voluntad. Pero nuestro encargo es inexcusable.
jueves, 2 de junio de 2011
Domingo de la Ascensión del Señor - Mt 28,16-20
La Ascensión de Jesucristo a los cielos no es el final de la historia, no es el momento en el que hay que poner The end (fin) a la «película» sobre Jesús de Nazaret. De hecho, la narración del evangelio de este domingo apunta en otra dirección. Jesús pide a sus discípulos que continúen la labor por Él iniciada. Han de predicar, bautizar, enseñar… Todo un proyecto de vida para la comunidad eclesial recién inaugurada, aún insegura: «algunos vacilaban», comenta el evangelista. Pero Jesús les garantiza que no estarán solos en esta tarea, Él estará con ellos, pueden contar con su presencia continua, «todos los días». La presencia prometida y real del Señor en la comunidad creyente nos llena de alegría y de confianza: ¡no estamos solos!
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Ciertamente no acaba aquí la historia. Pero, cuando me paro a pensar en todo lo que nos pide que hagamos... ¡Qué responsabilidad tan grande! Menos mal que Él decidió quedarse con nosotros porque sabía que lo íbamos a necesitar. Pues bien, con su ayuda TODO lo podemos. Hace falta nuestro Sí convincente, comprometido, rotundo a su llamada. Que la historia no acabe aquí.
ResponderEliminarSamuel.