Pero
Jesús les echa en cara que lo buscan sólo porque han saciado su estómago,
porque les ha solucionado el problema de ese día. Y la «Buena Noticia» de Jesús
es mucho más que eso. El «Maestro» no está negando la importancia de los bienes
materiales: Él se ha compadecido de ellos cuando no tenían para alimentarse.
Pero quiere que amplíen su perspectiva. Les ofrece «salvación», «vida». El ser
humano, en el fondo, busca respuestas existenciales, tiene «hambre y sed» de
sentido. Las cosas, por muy importantes que sean, no colman esta necesidad, no
dejan satisfecho.
Jesús
les ofrece el «pan de Dios», el único que «da vida al mundo»; sólo este pan es
capaz de saciar. La persona humana, todos y todas estamos buscando –a veces
incluso sin saberlo– respuestas, sentido: «Señor, danos siempre de este pan».
Jesús es la respuesta, la solución definitiva; Él lo afirmará: «Yo soy el pan
de vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará
sed.»
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