La
semana pasada Jesús era presentado como el «buen Pastor»; hoy como la
«verdadera vid». Son significativos los adjetivos que acompañan ambas imágenes.
Nos «hablan» de bondad y de verdad. Jesús y su mensaje rezuman bondad y
autenticidad. Ese también es el camino al que estamos llamados sus seguidores.
¿Nuestra
relaciones humanas, eclesiales, familiares, sociales, etc., están informadas
siempre por la bondad y la verdad? Cuántas cosas cambiarían en nuestras vidas y
en las de los que nos rodean si esa doble actitud fuera el principio de
nuestras acciones, y también de nuestras palabras. Ni bondad sin verdad, ni
verdad sin bondad: siempre indisolublemente unidas.
Jesús sabe de nuestra debilidad, de cuánto nos cuesta vivir
el mensaje del Evangelio. Por eso nos invita a estar íntimamente unidos a Él,
como el sarmiento a la vid. Afirma que quien permanece así unido «ése da fruto
abundante».
Por eso, hemos de revisar cómo va nuestra relación con
Jesucristo: ¿cuánto tiempo dedico a la oración?, ¿con qué intensidad la hago?,
¿qué papel juega en mi vida, y en la de mi comunidad, la Palabra de Dios?, ¿la
leo, la medito, la llevo a mi vida personal y comunitaria cada día? No podemos
olvidar la máxima de Jesús: «sin mí no podéis hacer nada».
No hay comentarios:
Publicar un comentario