Cuando
están comentando estas cosas Jesús se hace presente, pero les cuesta
reconocerle. Jesucristo con su resurrección ha entrado en una nueva realidad:
es Él mismo (les muestra las manos y los pies, les pide de comer, etc.); pero
ya no pertenece a este mundo (no le reconocen, se presente en medio de ellos,
etc.). Es el misterio de la resurrección.
Él
les «abre el entendimiento» para comprender las Escrituras, la Palabra de Dios.
Y cómo su vida, pero también su muerte y resurrección responden a la respuesta
amorosa de Dios, que se concreta, se hace comprensible a través de su Palabra.
La
Eucaristía y la Palabra de Dios se convierten en dos «lugares» privilegiados
para reconocer a Jesús, para entender su mensaje, para comprometerse en la
«buena noticia» del Reino. «Vosotros sois testigos de esto» les dice Jesús a
los discípulos de entonces y a los de ahora.
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