«dejaron la barca y lo siguieron» |
El
evangelio de este domingo nos cuenta que las cosas se están poniendo difíciles
para Jesús. Juan Bautista ha sido arrestado y peligra su vida. Jesús marcha
para Galilea proclamando la «Buena Noticia» del Reino, no puede dejar de
predicar, para eso ha sido enviado.
Por el camino va llamando e incorporando a un puñado de seguidores; les llama personalmente. Son individuos con nombres propios: Simón, Andrés, Santiago, Juan. La respuesta de estos primeros discípulos no se hace esperar, lo dejan todo y le siguen, «marcharon con él». La figura de Jesús debía ser fascinante, su mensaje seductor, para que con una simple invitación, «venid conmigo», respondan con esa diligencia.
Por el camino va llamando e incorporando a un puñado de seguidores; les llama personalmente. Son individuos con nombres propios: Simón, Andrés, Santiago, Juan. La respuesta de estos primeros discípulos no se hace esperar, lo dejan todo y le siguen, «marcharon con él». La figura de Jesús debía ser fascinante, su mensaje seductor, para que con una simple invitación, «venid conmigo», respondan con esa diligencia.
Resulta
fácil aplicar lo que narra el evangelista al momento actual, a las personas y
grupos de nuestras comunidades cristianas. Estoy convencido que también hoy
reconocemos mujeres y hombres que responden con una generosidad similar a estos
primeros seguidores de Jesús. En muchas ocasiones no son los que ocupan puestos
«importantes», pero siempre se puede contar con ellos.
El
mensaje, la persona de Jesús sigue entusiasmando a mucha gente: hombres y
mujeres, jóvenes y mayores. Hemos de revisar si quizás somos la «gente de Iglesia»
los que presentamos un Jesús poco atractivo, porque no terminamos de estar
convencidos de la fuerza de su persona y de su Palabra.
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