Lugar del nacimiento de Jesús, según la tradición (Belén) |
En el
evangelio de la eucaristía de medianoche o «misa del gallo» leemos-escuchamos
el evangelio de Lucas, concretamente el anuncio del nacimiento de Jesús a los
pastores.
Siempre
me ha llamado la atención especialmente esta narración. En el anuncio los
pastores escuchan que les traen una «buena noticia» y, por tanto, no han de
tener ningún miedo. Pero esa buena noticia no es sólo para ellos, sino «para
todo el pueblo», lo que es una constatación alegre y, al mismo tiempo, un
encargo: todos se han de enterar, han de participar de la buena nueva. Una
novedad que significa «una gran alegría» para todos. ¿Nosotros/as vivimos el
nacimiento de Jesús con esta convicción? ¿con esta alegría desbordante? ¿con
esta sencillez? ¿sentimos la necesidad gozosa de comunicarlo a todos/as?
Pero, lo
más curioso, es el «signo» que el ángel les ofrece, la prueba de la gran
noticia: «aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y
acostado en un pesebre» Es un signo que sólo pueden entender y acoger los
sencillos. ¡Mira que el signo de un gran acontecimiento sea un niño en pañales,
acostado en un comedero de animales! Es extraña la forma de actuar del Dios de
Jesús. A nosotros nos gustan las cosas de otra forma, lo hubiésemos hecho de
otra manera; pero, sin dudas, no es la de Jesús.
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