Basílica de la Anunciación, Nazaret |
Hoy
volvemos a leer el relato del anuncio del ángel a María; hace escasos días lo
hacíamos en la celebración de la «Inmaculada Concepción de María». Y es que la
actitud de María, la madre de Jesús, contemplada en esta narración, completa el
cuarto «punto cardinal» de las condiciones que la liturgia de Adviento nos
propone (vigilancia, cambio de vida, allanar el camino y la fe hecha
disponibilidad) para esperar debidamente la venida de Jesús: la histórica que
conmemoramos cada año en Navidad y la definitiva de la Parusía.
El texto
subraya la fe y la disponibilidad de María, dos caras de la misma realidad. La
fe no es creer una colección de verdades; es, ante todo, fiarse de Dios, ser
fiel a su llamada, responder con la vida a su requerimiento. María responderá,
con contundencia, al ángel: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según
tu palabra» María es una mujer libre, con decisión, que pone su existencia al
servicio del plan amoroso de Dios. Un plan que tiene un nombre concreto, Jesús.
Dios ha querido compartir, por amor, nuestra humanidad hasta las últimas
consecuencias. María contribuirá a que sea posible. Cada uno de nosotros y de
nosotras estamos llamados también a cooperar en esta tarea. La «buena noticia»
de Jesús vale la pena.
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