Las palabras de Jesús que escuchamos en el evangelio de este
domingo están dirigidas prioritariamente a los dirigentes de la comunidad, pero
por extensión a todo su discipulado, ya que todos estamos expuestos a la
tentación de la prepotencia, de la soberbia, de las ansias de poder, pero, también,
del propio prestigio, de fama, de reputación, etc. Utiliza como muestra los
dirigentes judíos: sacerdotes, fariseos y escribas. Su aparente prestigio y
autoridad está reñido con su forma de vivir. Y avisa a la comunidad eclesial
para que no pase entre ellos lo mismo.
Y, por esto, les advierte que «huyan» de títulos honoríficos,
que no se hagan llamar maestro, padre o consejero. «Todos vosotros sois
hermanos»; todos sois servidores; todos sois pequeños. Quien no es capaz de
aceptar, de vivir según esta perspectiva no sirve para dirigente de la
comunidad y, peor, no ha entendido el mensaje de Jesús. Sólo Dios es nuestro
Maestro, nuestro Padre, nuestro Consejero. Cuando alguien en la comunidad ha de
participar de algunas de estas funciones ha de ser consciente de que lo hace
inmerecidamente, de que no puede (no debe) reivindicar ningún título por ello, de
que sólo puede ejercerlo sirviendo.
Gràcies.
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