Oración del Shemá |
A
la pregunta sobre cuál es el mandamiento principal, Jesús contestará con dos
textos de las Escrituras, uno del libro del Deuteronomio que recoge la oración
del «Shemá» que todo israelita recitaba dos veces al día, por la mañana y al
anochecer, donde se recuerda el amor que se debe a Dios, un amor que implica
toda la existencia. Pero, junto a esta cita, recoge otra del Levítico que exige
el amor al prójimo. Y finaliza la respuesta con una afirmación curiosa: «Estos
dos mandamientos sostienen la Ley entera y los Profetas» En el lenguaje semita
es lo mismo que declarar que lo que da sentido a la Escritura, a la Palabra de
Dios es precisamente este doble mandato del amor a Dios y a todos los seres
humanos.
Es un evangelio que hemos oído y leído muchas veces. Es una enseñanza
que por repetida no siempre «cala» en nuestra existencia, somos «impermeables»
a la Palabra de Dios, no entra dentro de nosotros. Pero la verdad es que la
enseñanza de Jesús es clara. El Dios de Jesús es un Dios de misericordia, de
amor entrañable, compasivo (nos lo recuerda el fragmento del Éxodo de la
primera lectura), no soporta las injusticias y escucha siempre el clamor del
oprimido. El amor a Dios y al prójimo debe traducirse en hechos concretos.
Significa una apuesta por la voluntad de Dios, por el bien de los seres humanos,
por la justicia, por los más débiles y necesitados. Si no la Palabra de Dios no
pasará de unas ideas bonitas, pero sin fuerza para que las cosas cambien, según
el plan amoroso de Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario