Jesús
pregunta a sus discípulos sobre lo que la gente piensa de él. Curiosamente las
respuestas. que recoge el evangelio dominical, todas son positivas, insuficientes,
pero positivas. Sabemos, por otros pasajes, que todos no tenían una visión tan
optimista de la persona y del mensaje de Jesús, sino no hubiese muerto en la
cruz. Nos centraremos, no obstante, en las respuestas que nos narra el
evangelio de hoy. Jesús es visto como un predicador de los últimos tiempos
(Juan Bautista) o como un profeta que proclama la Palabra de Dios en tiempos
difíciles (Elías, Jeremías, etc.). Y Jesús sí que es un profeta, sí que es un
hombre extraordinario, pero es mucho más.
La
respuesta que el narrador pone en boca de Pedro aclara el sentido profundo de
la identidad de Jesús: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo» Jesús es la
respuesta a las expectativas del pueblo de Dios, es el Mesías; pero las
sobrepasa, es «el Hijo de Dios vivo». Jesús es la respuesta de Dios a la búsqueda
de sentido de toda la Humanidad, es la revelación del amor de Dios a cada ser
humano, es Dios que se quiere quedar con nosotros, que decide compartir nuestra
condición vulnerable.
No
debemos nunca despreciar las diversas respuestas que, también en nuestra época,
hacen nuestros contemporáneos sobre la identidad de Jesús, aunque sean
limitadas. Esas aproximaciones nos deben animar a predicar, a manifestar con
nuestra vida que tienen razón, que Jesús es alguien excepcional, un auténtico
transformador social, pero que es mucho más, es la respuesta de Dios a la
Humanidad.
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