Como suele ser habitual, sus amigos
más cercanos no entienden el signo de Jesús. No comprenden cómo el Señor puede
lavarles los pies. La acción de lavar los pies era un trabajo propio de los
siervos o esclavos. Por eso Pedro se resiste: cómo él, que es un discípulo, va
a ser servido por Jesús, su Señor. ¡No es lógico!. No puede admitir esa
humillación en el Maestro y Señor. No pueden entenderlo: nunca el
superior sirve al inferior; nunca el poderoso se rebaja al súbdito; nunca el
que manda se abaja hasta el que obedece; nunca el que es Maestro y Señor lava
los pies del discípulo. Jesús rompe esta lógica.
Y pide a sus discípulos que ellos
también rompan con esa lógica: «os he dado ejemplo para que lo que yo he
hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis» El mensaje de Jesús exige
renunciar a las ansias de poder, de prestigio, de dominio y, por el contrario,
estar siempre dispuestos a servir a los demás. No tenemos nada que ver
con Jesús si no estamos dispuestos a aceptar este estilo de vida.
Hola Javier, es curioso pensar que adjetivos cómo superior o poderoso sean solo palabras a las que nosotros voluntariamente les hemos creado un significado y un lugar dentro de la sociedad. Es fascinante lo sencillo que se vuelve todo en palabras de Jesús, y lo complicado que acabamos haciendolo nosostros. Un saludo.
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