construir sobre roca, no sobre arena |
Seguimos en el contexto del «sermón de la montaña» que ha ocupado la lectura del evangelio de los últimos seis domingos. El texto que cierra esta recopilación es una llamada de atención de Jesús a sus discípulos, a la comunidad creyente contra una falsa confianza en ciertas formas de religiosidad.
La garantía de la entrada en el reino de los cielos no es consecuencia inmediata de ser personas de oración: «no todos los que me dicen “Señor, Señor” entrarán en el reino de los cielos»; ni tampoco de haber predicado en su nombre, ni siquiera de haber podido hacer milagros. Las afirmaciones de Jesús son desconcertantes. Todo lo enumerado anteriormente puede significar «construir sobre arena», sin cimientos; ser, en palabras de Jesús, «como un tonto»
¿Cuál es la actitud que nos sugiere Jesús? ¿Cómo podemos «construir sobre roca»? ¿De qué manera nuestra vida eclesial, comunitaria tendrá cimientos sólidos?
Lo primero es escuchar su Palabra, donde descubriremos «la voluntad de mi Padre celestial» ¿Cuando nos vamos a tomar en serio en nuestras comunidades el priorizar la lectura, estudio, oración, aplicar a la vida personal y comunitaria la Palabra de Dios, la Biblia?
E inmediatamente después hacer de esta Palabra, de la voluntad salvífica de Dios lo nuclear del vivir cristiano. Descubriremos que es oración pero también lucha por la justicia; que es predicación, pero también empeño en construir un mundo mejor, donde sea respetada la dignidad de todas las personas; que es, sobre todo, continuar la construcción del Reino de Dios, inaugurada por Jesús, donde cada hombre y cada mujer tienen el mismo derecho a ser felices, bienaventurados.
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