Iglesia de Marta, María y Lázaro - Betania |
Jesús es la
«resurrección y la vida»: ésta es la idea que sobresale del evangelio de este
domingo. El Dios de Jesús es el Dios de la vida. Y esta vida se manifiesta en
Jesús a través de sus gestos y de sus palabras. Jesús amaba a Marta, a María, a
Lázaro...; nos ama a cada uno de nosotros personalmente. Es capaz de
emocionarse y de llorar ante la desgracia humana: nos muestra el rostro humano
del Dios de la vida. Y es capaz de transformar, como enviado del Padre, el mal
en bien, el pecado en bondad, la muerte en vida.
Pero la acción
gratuita de Dios, manifestada en Jesús, reclama una respuesta generosa humana.
Marta, la hermana de Lázaro, responde desde la fe, desde la esperanza, desde el
amor: se fía de Jesús. Pero estas actitudes las vive de una forma activa: sale
al encuentro de Jesús, tiene un diálogo sincero y confiado con Él, lo comunica
a su hermana. María, la otra hermana, cuando se entera que está Jesús y la
llama, sale corriendo a su encuentro y se hecha a los pies del Maestro,
compartiendo con Él su dolor y su confianza.
Jesús libera a
Lázaro de las ataduras de la muerte; nos libera de toda esclavitud que nos
oprime, nos atenaza, no nos deja vivir. En Él tenemos la esperanza de que el
mal, el pecado, la muerte no tienen la última palabra.
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