Las «bienaventuranzas», que escucharemos en el evangelio del
día, nos sitúan en la perspectiva de quiénes son los merecedores de esta
realidad que celebramos. El narrador mencionará a los pobres, a los afligidos,
a los que están sufriendo, a los necesitados…, todos aquellos que llevan en
este mundo una vida miserable, a los que han pisoteado sus derechos. Todos
ellos merecen ser felices, sentirse amados. Pero, también, señala a los que
aman entrañablemente, a los que no tienen doblez en su forma de actuar, a los
que se empeñan en que haya una paz auténtica en la que se respete la dignidad
de todas las personas. Ésta es la tarea en que Jesús quiere implicar a la
comunidad de sus seguidores.
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