jueves, 16 de agosto de 2012

Domingo XX del tiempo ordinario - Jn 6,51-58

Lugar de la multiplicación de los panes y los peces
Continuamos con el discurso eucarístico de Jesús, que nos ofrece el evangelio de Juan en su capítulo seis. El participar del banquete eucarístico nos abre a la vida eterna: éste es el mensaje central del texto de este domingo.

La eucaristía nos introduce en una vida nueva, la vida de Dios. Jesús ha querido que podamos ya degustar, aquí y ahora, la vida que disfrutaremos plenamente en el cielo. Eso es lo que posibilita la Eucaristía. Más aún, Jesús ha decidido quedarse con nosotros y el lugar que ha elegido es nuestro interior, convirtiéndonos a cada uno de nosotros y de nosotras en su templo: «El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él»

Nuestra vida ha de traslucir, reflejar las palabras y los gestos de Jesús: su preocupación exquisita por los débiles, por los marginados; su entusiasmo por los valores del Reino; su empeño en que todos reconozcan en el otro al hermano, a la hermana; su necesidad de encontrar momentos de intimidad con el Padre… ¡Lo llevamos dentro!

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