El evangelista quiere marcar prioridades en
la comunidad creyente. No se puede participar del culto, menos del culto
eucarístico, si antes el discípulo, la comunidad eclesial no han entendido y
asumido una actitud de siervo, no se han arrodillado ante el necesitado para auxiliarlo,
no han lavado sus pies cansados del camino de la vida.
La Eucaristía es la
celebración gozosa de la fe; es el compartir el cuerpo y la sangre de Cristo
que se nos da como alimento comunitario. Pero sólo es posible vivirlo asumiendo
las actitudes de Jesús: «os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho
con vosotros, vosotros también lo hagáis»
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