Cada 25 de julio la Iglesia, en su liturgia, nos invita a escuchar el evangelio en el que los hermanos Zebedeos, Santiago y Juan, piden a Jesús el mejor puesto en su Reino: «uno a tu derecha y el otro a tu izquierda» Vamos, que en el seguimiento de Jesús, curiosamente, lo que les importa es, por encima de todo, el poder y el prestigio. En cuantas ocasiones, por desgracia, en la historia de la Iglesia se ha repetido esta escena, en la de ayer y en la de hoy. Más aún, todos y todas deberíamos hacer examen de conciencia de cuál es el motivo más íntimo, más secreto, de la responsabilidad eclesial o social que asumimos (sea la que sea).
La actitud que pide Jesús a los que ocupan responsabilidades entre sus seguidores es bien otra: el último lugar y el servicio. La verdad, nada atrayente. Pero es que los valores del Reino son bien diferentes de los valores habituales, incluso entre los creyentes. Santiago acabó entendiéndolo y lo asumió hasta las últimas consecuencias: «Herodes hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan» (primera lectura). Pero es que Santiago, al igual que tantos cristianos a lo largo de la historia, entendió que sólo en la Buena Noticia de Jesús su vida y su muerte, puerta de entrada a la vida eterna, tenían sentido.
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