Del relato de la multiplicación de los panes y los peces se hacen eco los cuatro evangelistas. Este domingo lo escucharemos en la versión de Mateo, correspondiente al ciclo A, en el que estamos. Nos presenta a Jesús atento y ocupado en las necesidades de la gente. Por eso no admite la sugerencia de los discípulos de despedir a la multitud para que se busque la vida, despreocupándose de si encontrarán dónde comer o no. Y desea también que sus seguidores no sean «pasotas» o indiferentes ante las carencias de los demás.
El narrador recoge la invitación de Jesús a actuar de otra manera: «no hace falta que se vayan, dadles vosotros de comer» Quiere que la comunidad eclesial esté atenta, preocupada y afanada por las necesidades del prójimo. Por eso el evangelista señala que después de la acción prodigiosa de Jesús, éste entrega los panes a los discípulos, para que sean ellos los que lo repartan entre la gente.
La confianza en Jesús es el punto de partida: Él lo puede todo. Pero no anula ni exime la responsabilidad personal y comunitaria. Es su discipulado quien debe estar vigilante, quien debe compartir, quien debe repartir, quien debe servir y amar a todo el que lo necesita.
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