El contexto de todas las lecturas de la festividad del Jueves santo es pascual. La primera lectura, del libro del Éxodo, nos recuerda la primera Pascua de Israel, en la que el pueblo es liberado por Dios de la esclavitud de Egipto y comienza su andadura como pueblo, mucho más, como Pueblo de Dios. San Pablo, en la segunda lectura, recuerda la última cena de Jesús con sus discípulos, una cena en el contexto de la celebración de la Pascua judía, y que ya en los años 50 de nuestra era es una tradición que se recuerda y actualiza en todas las comunidades cristianas.
El evangelio también nos situará en un entorno similar: «antes de la fiesta de Pascua…» El narrador quiere subrayar el acto de amor inconmensurable que significa la entrega de Jesús: «habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo»
La última cena del Señor, inicio de la Pascua cristiana, es el origen del nuevo Pueblo de Dios que abarca a todas las naciones y a todas las personas; está fundamentado en la entrega hasta las últimas consecuencias de Jesús e implica la liberación de todas las esclavitudes. Y esta entrega, esta actitud de servicio incluye desde los detalles más pequeños, «lavar los pies de los otros», hasta la donación de la propia vida.
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