La protagonista principal del evangelio de hoy es, junto
con Jesús, una mujer: Una mujer de la ciudad, una pecadora. El
evangelista no nos facilita el nombre de esta mujer anónima, señalada
negativamente por algunos que se creían justos y con derecho a juzgar a los demás.
Esta mujer trata a Jesús con un amor exquisito; se siente
pequeña y necesitada ante la grandeza del Maestro. Se considera indigna y, por
eso, baña con sus lágrimas los pies de Jesús, los cubre de besos y los unge con
perfume. El narrador invita a quien lee – escucha este evangelio a
identificarse con esta mujer: el arrepentimiento, el amor y el perdón son
realidades que caminan juntas. Sus muchos pecados están perdonados, porque
tiene mucho amor. Estas palabras de Jesús nos llenan de confianza y nos
muestran el único camino de salvación, de perdón: el amor. No todos están
dispuestos a entender esta forma profética de actuar de Jesús, no conciben que
el amor es la palabra definitiva.
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