El
texto «apocalíptico» del evangelio de este domingo no intenta asustar a los que lo leen
o escuchan. No es como esas películas, con títulos apocalípticos, que buscan
mantener en una tensión de miedo continuo al espectador. Nada de eso. El
evangelista afirma rotundamente: «levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra
liberación»
La
venida de Jesús, el Cristo, el Hijo del hombre, es un signo de esperanza, una
llamada a la resistencia en un mundo injusto y opresor. Así leían estos textos
las primeras comunidades cristianas, muchas veces perseguidas y oprimidas por
los poderosos de turno. De forma similar los siguen haciendo suyos muchas
comunidades actuales, especialmente del llamado Tercer mundo (también del
Cuarto, dentro de nuestras «sociedades del bienestar»), desde su experiencia de
«asfixia» de los derechos humanos, de anhelo de vivir libremente los valores
del Reino, de hallarse en una situación de injusticia generalizada…
Quienes
han de temer son los que provocan estas situaciones y los que las consienten
desde sus silencios culpables… El mensaje de Jesús indica que esa situación no
es definitiva, ni tampoco se ha de esperar a la otra vida para que cambie. Dios
está del lado de los que la sufren; hay que resistir, es posible la esperanza.
La comunidad eclesial, cada seguidor y cada seguidora de Jesús se han de
implicar en ello, para que la afirmación de Jesús, «se acerca vuestra
liberación», no sea una quimera.
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