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Lugar de la Ascensión, Jerusalén |
En su nombre Él envía a todos sus
discípulos y discípulas a predicar de palabra, pero sobre todo con el
testimonio de su vida que las cosas y las personas pueden cambiar (conversión),
que no nos podemos quedar en una crítica negativa y derrotista de la realidad
que nos envuelve, que nos hemos de empeñar con todas la fuerzas en hacer
posible este cambio. Y, también, que Dios ofrece gratuitamente su perdón a
todos los hombres y a todas las mujeres, que siempre hay otra oportunidad,
porque lo que define a Dios es el amor.
Él se queda con nosotros, no nos deja
solos. Promete –y siempre cumple sus promesas– que seremos revestidos de la fuerza
de lo alto; es decir, que Dios estará a nuestro lado, de nuestra parte, y
nos proporcionará la fuerza que necesitamos para esta inmensa tarea.
El grupo de discípulos recibe su
impulso de la oración: Ellos se postraron ante él. Es la fuerza que nace
de una oración confiada. Y, por ello, se vuelven con gran alegría. Algo
que define al seguidor y a la seguidora de Jesús es la alegría, la gran
alegría, que no desfallece ante las dificultades o dramas de la vida.
A veces se tarda en descubrir que es exactamente eso...pero que PAZ cuando lo consigues!!!
ResponderEliminarLa Ascensión habla de presencia, no de ausencia. Cuando una persona que está presente entra en una casa no decimos que se ha marchado sino que ha desaparecido de nuestra vista lo cual invita a buscarle en esa casa. Esa morada en la que se encuentra satisfecho somos nosotros: "Si alguno me ama guardará mis preceptos, mi Padre le amará y vendremos a habitar en el" Es la alegría de la Ascensión proveniente de saber que somos Templos de Dios. Pero presencia oculta que nuestro testimonio debe desvelar a cuantos nos contemplen
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