Hoy es día de
inmensa alegría en la comunidad cristiana: ¡Cristo ha resucitado!,
¡verdaderamente ha resucitado el Señor!
El primer
testimonio de la resurrección lo reciben las mujeres, ocupando un lugar
privilegiado María Magdalena (evangelio de la Vigilia Pascual). El anuncio
tiene una recomendación: «No tengáis miedo», y contagia una actitud: «llenas de
alegría, corrieron a anunciarlo» La fe les hace descubrir, constatar esta nueva
realidad: la resurrección de Jesús. El miedo sería la actitud contraria a esta
fe; el miedo paraliza, no permite dar la respuesta de fe adecuada. La fe de
estas mujeres se traduce en una inmensa alegría, un gozo que les empuja a
anunciar esta buena nueva.
La resurrección
de Jesús implica que Dios Padre ha refrendado su vida y su predicación. Este
nueva realidad exige de sus seguidores y seguidoras una nueva actitud, una
«vida nueva» (epístola de la Vigilia), morir a la «esclavitud del pecado»,
romper con todo aquello que significa egoísmo, hedonismo, odio, violencia,
acepción de personas, crítica destructiva, discordias, rivalidades, divisiones
etc., y vivir según el Espíritu de Jesús: amor fraternal a todo ser humano,
gozo, paz, paciencia, benevolencia, bondad, fidelidad, dulzura en el trato,
dominio de uno mismo (cf. Gal 2,19-23).
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