El narrador presenta a María escuchando atentamente sus
palabras, sentada a sus pies. Como una auténtica discípula, en situación de
igualdad con los discípulos hombres, escucha, con gran interés, al Maestro
Jesús.
Marta, mientras, está sirviendo, desviviéndose por atender
también a Jesús. Y protesta porque su hermana no la ayuda.
La respuesta de Jesús no es una crítica del servicio,
función que estaba prácticamente reservada a las mujeres. De hecho, en otras
ocasiones, pedirá a sus discípulos, hombres y mujeres, una actitud de servicio
como distintivo de sus seguidores, sobre todo de los que tienen una función de
liderazgo.
Pero ahora quiere subrayar la primacía de la escucha de la
Palabra de Dios, de la Palabra de Jesús. Es una actitud necesaria para todos
sus seguidores, mujeres y hombres. Sin esa escucha atenta difícilmente se puede
seguir el camino de Jesús.
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