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Iglesia de la Anunciación, Nazaret |
En esta solemnidad
celebramos el anuncio a María de que va a ser la madre del Hijo de Dios. María
se turbó, comenta el evangelista, ante la noticia. Estaba perpleja,
desconcertada. ¿Cómo ella una mujer sencilla, sin grandes aspiraciones, es
invitada a ser protagonista excepcional de los planes de Dios, es tratada con
esos títulos que le suenan a exageraciones, y de los que no se considera
merecedora? Ella, ¿cómo va a ser bendita entre todas las mujeres, llena
del don de Dios, escogida por el Señor? El ángel le pide que no tenga miedo. Es
la obra de Dios, y sabe que María es una mujer abierta a la acción divina. Le
anuncia que será madre de Jesús.
María pone su
libertad al servicio de los planes de Dios; no hay mejor uso posible del libre
albedrío. Su hágase en mí significa que todo su ser lo entrega en
obediencia a la voluntad divina. No es una negación de la libertad frente a
Dios, sino el uso de la misma en una opción libre y voluntariamente elegida y
aceptada; eso sí, como respuesta a una llamada personal de Dios. De Él es la
iniciativa, pero la respuesta es plenamente humana, totalmente personal. Y
María ha sabido elegir.
Ella es un
espejo donde deberíamos mirarnos todas y todos los discípulos de Jesús, para
sentirnos identificados.
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