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Río Jordán |
Hoy
celebramos el nacimiento de Juan Bautista. El texto evangélico nos comenta que,
desde niño, el Señor estaba con él: Dios lo ha elegido, desde el seno materno,
para ser el precursor de Jesús.
Cada
uno de nosotros y de nosotras también hemos sido escogidos, desde toda la
eternidad, para llevar a cabo una misión. De la misma forma que ante el
nacimiento del Bautista, la misma pregunta o similar se suele hacer ante el
nacimiento de cualquier bebé: «¿Qué va a ser este niño?», ¿o esta niña? Dios
–que nos ama desde antes de ser concebidos, desde siempre– ya ha «pensado» esta
cuestión.
Cada
persona es amada individual, personalmente por Dios. Él nos conoce, sabe de
nuestras circunstancias, no ignora nuestras virtudes y nuestras debilidades… Y
cuenta con nosotros, con cada uno y cada una personalmente, para hacer posible
su plan amoroso, eterno, para el bien, para la felicidad de la Humanidad. Yo
puedo, libremente, aceptar esta invitación que me hace, puedo dar sentido a
toda mi existencia, hacer que mi vida sea útil, porque es querida por Dios, porque
tengo una tarea trascendental que cumplir, porque nadie puede hacer lo que a mí
personalmente se me ha encomendado.
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