El evangelio de
este domingo nos muestra a Jesús como el buen Pastor. Nada más lejos de la
narración que el presentar al grupo de discípulas y discípulos de Jesús como un
rebaño de borregos, sin criterio propio.
Los que pertenecen al grupo de Jesús
(sus ovejas) han respondido libremente a una llamada personal a la fe. Escuchan
y siguen al Maestro, al buen Pastor, desde una opción libre. El mensaje de
Jesús ha transformado sus existencias y son mujeres nuevas y hombres nuevos.
¿Y Jesús? Nos conoce a cada una y
cada uno personalmente, individualmente. Nos ha llamado por nuestro nombre y
nuestros apellidos a seguirle. Nos ofrece una vida que no termina con la
muerte. Nos invita a participar de la comunión de amor que hay entre Él y el
Padre. Nos convoca a formar parte de su rebaño, en el que cada ser humano
considere al otro su hermana o su hermano.
Jesús descubre a sus discípulos la
realidad de Dios, una realidad de la que todos podemos participar. La comunidad
trinitaria se convierte en signo al que debe apuntar la comunidad de los
creyentes, la comunidad humana.
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