Jesús es el camino al Padre, es la ruta segura a Dios. Para los cristianos no cabe la menor duda que creer en Dios también significa creer en Jesús; más aún, creer, fiarnos de Jesús significa estar en el camino adecuado para llegar a la verdad suprema que es Dios. En Él hallaremos el auténtico sentido a nuestra vida; nos encontraremos con la Vida (con mayúscula).
Es Jesucristo quien da sentido a nuestra existencia; ser su discípulo/a, su seguidor/a es lo que nos permitirá entrar en esta dinámica, en el camino de la verdad que lleva a la vida. No podemos cambiar el seguimiento de Jesús por una lista de normas, de cosas que hay que hacer o dejar de hacer, por muy buenas y santas que éstas sean. Estamos ante una opción fundamental, significa que Jesús es mi horizonte de comprensión. Todo en mi vida, en mis relaciones personales y sociales está informado por el seguimiento de Jesús. Su proyecto de vida es el mío. Desde esta perspectiva su mensaje, su buena noticia iluminará todas mis aspiraciones, planes, intenciones… Así sí vale la pena el seguimiento de Jesús.
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