![]() |
Arbusto de mostaza |
La
fe y el servicio son las dos columnas sobre las que se apoya la enseñanza del
evangelio de hoy. Y ambas están presentadas por Jesús de una forma paradójica.
La
confianza en Dios, a la que nos invita Jesús, está por encima de cualquier
cálculo humano; no tiene nada que ver con una fe «racionalista». Implica fiarse
del Señor hasta las últimas consecuencias: Él puede cambiar las cosas, incluso
las que nos parecen a primera vista imposibles. No podemos perder nunca la
esperanza. Las situaciones difíciles en la vida son muchas, pero Dios está de
nuestro lado. No lo podemos olvidar.
Aunque,
al mismo tiempo, exige de nosotros una actitud de servicio, de disponibilidad:
Dios cuenta con cada uno/a de nosotros/as, para cambiar las cosas, para «crear»
un mundo mejor. La tarea por realizar en ingente: situaciones de flagrante
injusticia; hombres y mujeres a los que no se les reconoce su dignidad de
personas; seres humanos «sedientos» de una palabra de apoyo, de reconocimiento
social, con necesidades de todo tipo; una labor evangelizadora por hacer titánica...
Y, curiosamente, la lógica
evangélica poco tiene que ver con la habitual del mundo: «Somos unos pobres
siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer». No podemos buscar el aplauso de
los otros por realizar un servicio ineludible, al que no tenemos derecho a renunciar.